Cuando se trata de cambios culturales me parece que todo comienza en un momento y lugar clave: en casa y desde la primera infancia. Personalmente soy de esas personas que no creen en seguir reforzando estándares sociales y culturales. Nunca he creído que los niños deban ser algo por ser niños y las niñas deban ser otra cosa sólo por ser niñas. No creo en que hay ‘guerreros’ y ‘princesas’: creo que hay guerreros, guerreras, príncipes y princesas y que la clave está en dejar que los niños crezcan con libertad absoluta para ser lo que quieran ser.
“Me parece que vivimos en una cultura que no cría a las niñas para que sepan sobre finanzas o economía. No tratamos a nuestras hijas como si tuvieran el poder de ser las líderes del mañana y aún dudamos a la hora de promover o apoyar a las mujeres dentro de la industria”.
De hecho, mientras en cientos de hogares los chicos ven televisión al desayuno, Chris y sus hijas revisan el comportamiento de sus acciones. Chris comenta que lo hace porque quiere que sus hijas reciban un mensaje diferente. Claramente sus hijas aún no comprenden mucho, pero al menos saben que verde significa que las acciones han subido y que rojo significa que han bajado. También tienen un favorito: les encanta revisar las ganancias o pérdidas de Twitter y proponer soluciones.
“Mi hija de 3 años: ‘¿Cómo está el clima?’ Yo: ‘Internet no funciona’ Mi hija: ‘¿No puedes abrir la puerta y ver cómo está el clima tú mismo?’
El trabajo de Sacca no termina ahí, porque ha comenzado lentamente a enseñarles el arte de la negociación cada noche, cuando deciden qué libro leerán antes de dormir:
Me parece que es una excelente forma de reducir las diferencias de género que se dan de forma tan evidente en el mundo laboral y tecnológico. No encuentro que haya nada de malo en que las chicas sean ‘lindas’ o quieran ser ‘princesas’, lo que sí encuentro preocupante es cuando no les mostramos que existen cientos de posibilidades además de esas. Dejémoslas que sean princesas, pero también permitamos que sean ellas mismas las que derroten al dragón y escojan el destino de su vida.“Les pido que me den un número de libros. Usualmente dicen 10 o un millón. Yo ofrezco sólo uno. De ahí negociamos hasta llegar a un número razonable. Quiero que tengan estas habilidades y herramientas porque siento que es algo que no le enseñamos a las chicas”.
¿Y a ti qué te parece?